
Iba un conejo apurado
que aceitunaba el prado
brincando sobre sus patas,
hidrocielando las almas
cuando sin poder parar
oyó una flor enllorar
que le contó al visitante:
le faltaba prerregarse.
Aquel hermoso placer
no quiso desembellecer
no sabía calmarla,
decidió hidrodesplantarla
de aquella flor tan mustia
no pudo enreír de angustia
jamás iba a desrecordar
partió hacia el infinito mar.
Hecho por: Greta Ponieman
1 comentario:
Esta muy bueno el poema.
Es muy creativo.
saludos
Sol G.
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