Había una vez, hace mucho, mucho, tiempo, un joven muy inquieto y curioso. Su nombre era Benicio.
Benicio vivía en las montañas, en un pueblo llamado Luque, y tenía tan solo diecisiete años. A él le encantaba conocer cosas nuevas, y por lo tanto se la pasaba investigando. Además, en su pueblo era muy querido, y tenía dos padres maravillosos: Renata y Cruz, que lo querían mucho.
Un día de mucho calor, Benicio salió a caminar por las bellas y altas montañas que rodeaban su pueblo. Caminó durante horas, hasta que notó un oscuro y temeroso túnel.
Ingreso en él y al salir, notó que a pocos metros un complejo estaba ardiendo en llamas.
Al ver lo que sucedía, salió corriendo y entró al lugar para rescatar a la gente que allí se encontraba.
Logró salvar a mucha gente, aunque hubo algunas personas que murieron. Las personas que él había salvado no eran como él, era gente extraña. Benicio estaba asustado y creía que había ingresado a otro mundo, pues el túnel tal vez era un pasadizo.
La gente lo miraba, y él a ellos. No entendía lo que sucedía, hasta que repentinamente se encontró con una mujer. Era un ser humano y su nombre era Alma.
2 comentarios:
Me parecio muy original el cuento, muy creativo. Me entretuve en casi toodas las partes.
GUIDO
El final es sorprendente y dispara nuevas lecturas.
Felicitaciones. Paula
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